Me sorprendió positivamente escuchar a Rene Brown en una de sus charlas TED, hablar del concepto de Vulnerabilidad. Hasta entonces, de un modo inconsciente, había asociado Vulnerabilidad a Debilidad, pero después de oírla, he descubierto una visión mucho más positiva sobre la realidad de que las personas no somos perfectas, y me ha gustado el desafío al que ella nos invita, y que resume con esta expresión: “El coraje de ser imperfecto”.
Y hay que tener coraje, porque a nadie nos gusta mostrar nuestro lado más débil en las relaciones interpersonales, aquellos aspectos de nuestro modo de ser que no nos gustan de nosotros y que querríamos que los demás no fueran conscientes y no los vieran… En ocasiones podemos sentir vergüenza de no ser perfectos, y nos da miedo que esa realidad, el no dar y darnos la talla, nos haga desmerecedores del afecto y la admiración de los demás.
Rene B nos hace ver después de una seria investigación, que en nuestra imperfección radica parte de nuestra grandeza: nos hace más humanos y nos facilita conectar con los demás.
Aceptar nuestra realidad, nuestro modo de ser, con sus aspectos positivos y otros que no lo son tanto, es por lo tanto, fuente de serenidad y una invitación a seguir esforzándonos por ser aquellas personas que nos gustaría ser. Nos libera, de cualquier emoción negativa que pudiera acompañar a la vergüenza ó a la tensión de querer disimular nuestro ser ó comportamiento, evitándonos el agotamiento que supone fingir querer ser como no somos, y también del victimismo de pensar que somos de un modo determinado y no podemos hacer nada para cambiarlo.
Tener el coraje de ser imperfecto, implica vivir sin máscaras, abandonar las barreras defensivas y aceptar nuestra existencia desde la no perfección sabiendo que es la base del bienestar personal ya que nos permite tratarnos con cariño y respeto, y nos predispone a nuestro desarrollo personal en Plenitud.
La persona que se acepta con paz, deja de preocuparse por lo que los demás puedan pensar ó ver de ella, se libera de la dependencia excesiva del juicio ajeno, y se centra en la acción, en poner el foco en aquello que le gustaría cambiar de él mismo y que le llevará a crecer como persona.
Además, como decíamos al principio, ser conscientes de nuestra vulnerabilidad, nos facilita ser más compasivos y cercanos con los demás, aceptando también su fragilidad. Nos predispone para convivir con los defectos propios y ajenos, haciendo de este modo más fáciles las relaciones humanas.